sábado, 18 de diciembre de 2010

Felicidad, Salud y Naturaleza

Se curan antes enfermos que ven por su ventana parque, árboles y pájaros, paisaje vivo, cielo, en un hospital.

Esto enseña algo enorme sobre el ser humano y el lugar donde está. Los que ven por la ventana un estacionamiento, coches (máquinas) y paredes, tardan más en curarse.

Esta enseñanza es importante tenerla siempre en la conciencia, entenderla, usarla para tomar decisiones. Para ser felices y sanos, todo lo que hacemos debe basarse en esta necesidad humana. Por eso conocer y entender esto es básico: los humanos necesitamos la naturaleza de muchas maneras, - venimos de ahí: primero para estar, ver; oír viento, pájaros, grillos, ranas, con emoción, afecto. Es una experiencia básica, primera, tiene que estar siempre.

Y es necesario insistir, decirlo de muchas maneras, de modos muy claros, directos, simples. Para que todos, o casi todos, puedan entenderlo y que no deje dudas.

Porque lo más común es que todo se haga por motivos que parecen “prácticos” o “realistas”: ganar lo más posible, “gastar” lo menos posible, “aprovechar” el “espacio” “vacío” (la idea que en la naturaleza “no hay nada”, ¡es un lugar “abandonado”!, sin desarrollar). El resultado se ve: en la existencia moderna aparecen cada vez mas cárceles y vaciaderos de basura. Esto enferma y entristece. Ayer lo vi otra vez, recorriendo un barrio en la provincia de Buenos Aires, Argentina.
Y ahí mismo vi semillas de esperanza: cualquier rincón que se deja en paz (expresión más real que “abandonado”) es usado por la naturaleza, sin que nadie plante.

En la base de alambrados nacen el mburucuyá y el tasi, que son dos trepadoras hermosas de flor muy linda y perfumada, que dan frutas comestibles.

En cualquier lugar con sol nace la vara dorada que florece en verano y otoño, los pastos nativos con sus espigas elegantes el “huevito de gallo” y el camambú, los dos de fruta deliciosa, la hermosa cortadera, el imponente ombú que da sombra y protege del viento, el nim nim con sus muchas margaritas amarillas, el anacahuita, árbol de flor perfumada y hojas aromáticas con que se hace un té curador, lo mismo el paico que crece hasta entre dos baldosas. Helechos hermosos en paredes que parecen secas... y mucho más.

Esto hay que cuidarlo, dejar en paz, no “emprolijar” matando todo. No ponerles basura, sacarla; no cortar, no quemar. Donde la naturaleza nace por sí sola, sin sembrar ni regar, ahí va a crecer bien por sí sola. Esos lugares que quedaron en paz en baldíos, en terrenos, en fábricas abandonadas, hay que cuidarlos, los pájaros vienen por sí mismos.

Somos primero seres humanos, después comerciantes. Si por ganar más y más pronto se desprecian las necesidades humanas, el resultado es tristeza, enfermedad, odio, pobreza, suciedad, venenos, fealdad, veredas rotas llenas de basura. Mucha gente nace en lugares así y se acostumbra, pero igual le hace mal.

Con alguna enseñanza, poco gasto y poco trabajo, se puede permitir el retorno de la naturaleza y por eso aumentan la felicidad y la salud.

Puede parece una creencia ingenua, pero la verdadera superstición ingenua es que todo se va a arreglar con cada vez más cemento y ladrillos y viendo solo el dinero. Los resultados de creer este error están a la vista.

Ricardo Barbetti

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